jueves, 18 de octubre de 2007

Bitácora del Capitán - Luna


En algún momento, hace veinticuatro años ya,
y bajo la constelación de cáncer,
un barco llamado Luna zarpó hacia el mar de la vida.
Acompañado por los barcos de sus progenitores,
más grandes y más viejos,
le enseñaron poco a poco el arte de la navegación.

Fue creciendo, y se fueron uniendo así mismo,
otros barcos pequeños, ahora grandes,
en la flota de su familia.
Esos barcos van por rutas individuales
y cada uno sigue un mapa distinto,
sin embargo navegan juntos y con el mismo estilo,
pues esa es la manera en que surcan la mar
las familias que se aman.

Hace cuatro meses ya,
un forastero abordó el barco de ella por primera vez;
es una persona extraña debo añadir.
Tiene pensamientos raros y sus acciones son más intrincadas aún.
Sus ideas parecen estar siempre diluidas con la tinta de la fantasía
y a veces se entristece sin motivo aparente,
aunque casi siempre coincide con la marea alta,
entonces se va a su camarote a tocar su laúd
entonando extrañas melodías.
No son las que están de moda
sino canciones que hablan de un tal Jesús, el carpintero.

A veces ella aborda la nave de él
y se encuentra con un sinnúmero de artilugios rebuscados:
un telescopio, cartas estelares, instrumentos musicales,
páginas y páginas de escritos, libros
y cartas de navegación que llevan a lugares escondidos y secretos.
Cada vez que aborda ella su navío,
ve que sus cosas han cambiado de posición
y él le explica que le cansa la rutina,
que a la monotonía la dejó hace tiempo abandonada
en la playa del cambio.

Él es definitivamente una persona extraña.
Es como si no lo guiaran el mismo viento, ni las mismas estrellas.
A ella le atrae él pero también la asusta.
Ella no lo conoce bien y sus predicciones sobre su conducta
generalmente fallan.
Él no la conoce mucho a ella tampoco, pues dice:
"¿Qué son 4 meses frente a 25 años de navegar solo?"

Él es un marino solitario y hermitaño.
No es muy sociable pero finge bien.
Su familia viaja cerca pero le da su espacio para maniobrar.
Él es feliz, pero en ocasiones le gana la melancolía.
Ella es feliz, pero si la tristeza la embarga,
un buen sueño la restaura a su posición de equilibrio.

A él le gusta ella.
Le llama la atención una persona tan ordenada y clara con sus cosas.
Ella hace cosas normales.
Su norte es la constancia y sus ideas tienen colores vivos y reales.
Ella no cambia mucho las cosas de lugar, es más,
le encanta que estén siempre en un sitio conocido
para no tener sorpresas luego y no encontrar algo que busca.
Ella es emprendedora y no gasta el tiempo escribiendo reflexiones;
ella simplemente trabaja en pos de sus sueños y planes.
Gusta mucho de la lectura y de la música
y ameniza su día con variadas melodías.
Ella posee esa brisa marina matutina, y él ocupa su telescopio
para verla desde lejos cuando no aborda su barco.

No se conocen mucho pero se quieren.
Es una relación rara... por culpa de él,
pues todo lo que él toca se hace extraño
como el otoño impredecible.
Es una relación fresca... gracias a ella,
porque todo lo que ella toca se renueva
tal cual si fuese la primavera.
Los vientos,
de alguna manera,
aproximaron sus naves para que se conocieran.

"Las casualidades no existen", dice él.
"Vivamos el presente", dice ella.

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