viernes, 19 de julio de 2002

Oda a mi madre

Existe sólo una mujer que ha cautivado mi corazón.
No hay como ella, no tiene comparación.
De su boca salen palabras de especial sabor...
Ella es mi primer y único amor.

Cuando era chico y a veces me entristecía
Era ella quien siempre me decía:
“No seas tonto, ¿por qué estás triste?
¿Acaso no ves como el cielo viste?”

Me enseñó luego lo que la puerta del sol era.
Desde entonces no era posible que yo me la perdiera.
De la misma manera iba yo a ver las flores,
Ella me mostraba sus múltiples colores.

Siempre fue tierna, aunque no le faltaba la dureza;
Si era necesario, hasta me pegaba en la cabeza.
Mas no le recrimino nada, no odio la correa.
Como ya alguien dijo: “quien te quiere, te aporrea”.

Los años pasaron y mi visión de ella cambió;
No tenía todas las respuestas y eso me sorprendió.
¿Existe algo en este mundo que ella no lo sepa?
Sí, soy terco; disculpen que la idea no me quepa.

Entonces se reveló ante mí un nuevo ser,
Pero lo interesante fue que nunca la dejé de querer,
Sino más bien mi amor por ella creció y creció
Y aunque veía imperfecciones, a mí más linda me pareció.

Y ahora que sé que no es puerta del sol sino ‘puesta’
Y me doy cuenta que la vida mucho cuesta,
Y aunque deba pasar por abajo, por encima o por en medio de la ola,
Yo siempre digo, y tengo mis testigos:

¡¡¡MADRE HAY UNA SOLA!!!

El abrazo final

Cuando el sol se ponga En el largo día de mi vida La Madre Tierra me recibirá  Con brazos abiertos en su seno Libraré al mundo de mi maldad ...